En el campo



Mientras termino la pintura que estoy haciendo, vuelvo a subir esta que es una copia de un pintor del que no se el nombre, ya que me dieron una fotocopia muy mala y casi tuve que adivinar los colores.
Me da pena ver como me voy y dejo pasar el tiempo sin hacer todo lo que me gustaría dejar hecho.¡No! No es que esté enferma y me esté yendo para el más allá. Eso tendrá su momento como todo. Lo que pasa es que estoy reflexionando sobre lo que todos decimos cuando llegamos a una edad. Siempre pensamos, decimos o comentamos ¡Como se va el tiempo! ¡Pero que barbaridad! ¿Ya ha pasado un a semana? ¿Un mes , un año? ¡No! El tiempo ni corre ni vuela, solo tenemos que mirarnos las manos, no digo ya la cara por que hay que ir al espejo para verla, con solo mirarnos las manos nos damos cuenta que no es el tiempo el que se va, somos nosotros los que vamos cumpliendo etapas en nuestra vida, unos con más suerte y otros con menos y así hasta que el ciclo termina. Este, para cada ser es distinto, los hay que lloran por que están y otros lloran por que se van.
Así de triste es ese sueño al que llamamos muerte, nos deja huérfanos de cariños, de voces conocidas y de abrazos y besos compartidos.
¡Que dolor, cuando llega de improviso para los allegados!  Pero que pena, que amargura y tristeza cuando te lo anuncian a ti, o a un ser querido y ves que el plazo se va cumpliendo, luches o no, todo va llegando a su fin.

Facundo Cabral


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NO ESTÁS DEPRIMIDO, ESTÁS DISTRAÍDO
Por facundo Cabral

 No estás deprimido, estás distraído
…Distraído de la vida que te puebla,
Distraído de la vida que te rodea,
Delfines, bosques, mares, montañas, ríos.
No caigas en lo que cayó tu hermano, que sufre por un ser humano, cuando en el mundo hay cinco mil seiscientos millones.
Además, no es tan malo vivir solo.
Yo lo paso bien, decidiendo a cada instante lo que quiero hacer y gracias a la soledad me conozco…… algo fundamental para vivir.
•No caigas en lo que cayó tu padre, que se siente viejo porque tiene setenta años, olvidando que Moisés dirigía el Éxodo a los ochenta y Rubinstein interpretaba como nadie a Chopin a los noventa, sólo por citar dos casos conocidos.

•No estás deprimido, estás distraído. Por eso crees que perdiste algo, lo que es imposible, porque todo te fue dado. No hiciste ni un sólo pelo de tu cabeza, por lo tanto no puedes ser dueño de nada.
•Además, la vida no te quita cosas: te libera de cosas… te alivia para que vueles más alto, para que alcances la plenitud.
De la cuna a la tumba es una escuela; por eso, lo que llamas problemas, son lecciones.
No perdiste a nadie: El que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además, lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón.
No hay muerte… hay mudanza.
Y del otro lado te espera gente maravillosa: Gandhi, Miguel Ángel,
Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuelo y mi madre, que creía que la pobreza está más cerca del amor, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas y nos aleja, porque nos hace desconfiados.
•Haz sólo lo que amas y serás feliz. El que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser, será y, llegará naturalmente.
No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible y sin esfuerzo, porque te mueve la fuerza natural de la vida, la que me levantó cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija; la que me mantuvo vivo cuando los médicos me diagnosticaban tres o cuatro meses de vida.
Dios te puso un ser humano a cargo y eres tú mismo. A ti debes hacerte libre y feliz. Después podrás compartir la vida verdadera con los demás.
Recuerda : “Amarás al prójimo como a ti mismo”. Reconcíliate contigo, ponte frente al espejo y piensa que esa criatura que estás viendo es obra de Dios y decide ahora mismo ser feliz, porque la felicidad es una adquisición.
Además, la felicidad no es un derecho,
sino un deber; porque si no eres feliz, estás amargando a todo el barrio.
Un solo hombre que no tuvo ni talento ni valor para vivir,
mandó a matar a seis millones de hermanos judíos
.
Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo. Tenemos para gozar la nieve del invierno y las flores de la primavera, el chocolate de la Perusa, la baguette francesa, los tacos mexicanos, el vino chileno, los mares y los ríos, el fútbol de los brasileños, Las Mil y Una Noches, la Divina Comedia, el Quijote, el Pedro Páramo, los boleros de Manzanero y las poesías de Whitman; la música de Mahler, Mozart, Chopin, Beethoven; las pinturas de Caravaggio, Rembrandt, Velázquez, Picasso y Tamayo, entre tantas maravillas.
Y si tienes cáncer o sida, pueden pasar dos cosas y las dos son buenas:
si te gana, te libera del cuerpo que es tan molesto (tengo hambre, tengo frío, tengo sueño, tengo ganas, tengo razón, tengo dudas)… y si le ganas, serás más humilde, más agradecido… por lo tanto, fácilmente feliz, libre del tremendo peso de la culpa, la responsabilidad y la
vanidad, dispuesto a vivir cada instante profundamente, como debe ser.
No estás deprimido, estás desocupado. Ayuda al niño que te necesita, ese niño que será socio de tu hijo. Ayuda a los viejos y los jóvenes te ayudarán cuando lo seas. Además, el servicio es una felicidad segura, como gozar de la naturaleza y cuidarla para el que vendrá.
Da sin medida y te darán sin medida.
Ama hasta convertirte en lo amado; más aún, hasta convertirte en el mismísimo Amor.
Y que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas.
El bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso.
Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que alimentan a la vida. Vale la pena, ¿verdad?.
Si Dios tuviera un refrigerador, tendría tu foto pegada en él. Si Él tuviera una cartera, tu foto estaría dentro de ella. El te manda flores cada primavera. Él te manda un amanecer cada mañana. Cada vez que tú quieres hablar, Él te escucha, El puede vivir en cualquier parte del
universo, pero Él escogió tu corazón. Enfréntalo, amigo, ¡Él está loco por ti!
Dios no te prometió días sin dolor, risa sin tristeza, sol sin lluvia, pero él sí prometió fuerzas para cada día, consuelo para las lágrimas, y luz para el camino.
“Cuando la vida te presente mil razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones por las cuales sonreír”