Ordenando las fotografías para no perder tiempo en buscar la que voy a subir al blog, me he encontrado con esta.
Este muñeco de pasta, negrito, y con una cara preciosa, me lo regalaron, o me lo dejaron los Reyes Magos, ya que yo con ocho años aún creía en ellos. Venia con un baúl, que aún conservo, con su peine, espejo, orinal y trajecitos hechos de punto y cintas. Ya con los años mi madre me contó que los hizo ella.
Este muñeco de pasta, negrito, y con una cara preciosa, me lo regalaron, o me lo dejaron los Reyes Magos, ya que yo con ocho años aún creía en ellos. Venia con un baúl, que aún conservo, con su peine, espejo, orinal y trajecitos hechos de punto y cintas. Ya con los años mi madre me contó que los hizo ella.
Lo guardo como un tesoro, solo verlo me lleva a aquella noche de reyes, que como todos los años no me podía dormir de los nervios, hasta que el sueño me vencía, así y todo me despertaba muy temprano para a tientas, sin encender la luz, comprobar si ya habían pasado a dejarme los regalos.
Agachada en el suelo, extendiendo los brazos hacia delante, buscando, con el corazón latiendo rápido de la emoción y el miedo de que los reyes estuvieran allí y encontrándome levantada se enfadaran y se fueran sin dejarme los juguetes. ¡Que alegría, cuando mis dedos tocaban las cajas! Salia corriendo a la habitación de mis hermanos y todos a la de mis padres.