Reflexión al atardecer




Ayer una amiga me contó que tuvo una conversación con un amigo que le "enriqueció" como persona. Le hizo ver, que el corcel que  decía le ponía la sociedad o las gente que la rodean, no era así. Ese corcel imaginario, se lo ponía ella misma.
 Ella era la que permitía que ciertas personas la manipularan.

Si el hacer algo que va en contra de sus convicciones y deseos, si lo hace creyendo que eso es lo que los demás esperan de ella, se estaba metiendo  sola en el corcel.
 Que era libre para aceptar si quiere condiciones o no!  Libre para ir a una fiesta vestida como le guste, en vaqueros o traje de gala.
 Yo pensé, ¡Que difícil es ir contracorriente! Aunque a veces ese otro yo que llevamos dentro que casi nadie conoce, se revela y protesta y casi se vuelve salvaje en su impetuoso deseo de libertad.
¡No pasa nada! todo queda en unos días de silencios... De pensamientos tristes o llenos de ira, de enfado con tu yo exterior. Te prometes cambiar, pero todo vuelve a ser como siempre, sigues las normas que te enseñaron desde la cuna, a obedecer lo que una sociedad regida por hombres te inculcaron las mismas mujeres que te trajeron al mundo y te cuidaron.
Lo peor de todo es que muchas generaciones de mujeres han seguido y siguen con el patrón de siglos confeccionado para ellas y sus hijas.
Y no pensemos que eso eran otros tiempos, he visto como chicas, jóvenes y menos jóvenes, pierden su dignidad de mujer queriendo a hombres que las maltratan, a chicos que insultan a compañeras de clase y ellas siguen detrás de ellos como perritos falderos.

¡Ay! Como se ve que el amigo de mi amiga es hombre, a el no le pusieron al nacer una cadena en los pies atada a una estaca en la tierra, como le hacen a los pequeños elefantes en su doma para el circo. Al principio luchan por liberarse, Conforme crecen, la idea de que no pueden se afianza en sus cabezas y así vemos al animal más grande de la naturaleza, dócil y obediente al hombre en la carpa de un circo y amarrado por una simple cadena a un palo, sin saber que con un pequeño tirón podría ser libre.

Cantes flamencos (Serranas)

Es el amor un niño,
Que cuando nace,
Con poquito que coma
 se satisface.
Pero en creciendo,
Cuando más le van dando,
Más va pidiendo.

En un árbol frondoso
Me vi subida,
Se desgajó la rama
Me vi caída.
Que esto sucede
Al que se fía de ramas
Que están endeble.






Un año sin ti

 A mi hermana Maria del Carmen


 Lloro por los rincones para que nadie sepa de mi angustia
 que el dolor que siento no lo intuyan, con el suyo tienen bastante.
Se intenta disimular el golpe recibido, algo inesperado que cuesta trabajo asimilar.
 Piensas, aún es pronto ¿Porque? Tanto sacrificio, tanto trabajo y sufrimiento. Cuando había llegado la calma, algo de sosiego en el alma  y un poco de tranquilidad...
 ¡Ahora te vas!

Parque de los Príncipes, donde pasamos una tarde preciosa.
Escrito en mayo de 2013

Primer contacto



En la pradera de su vientre sembró semillas para una flor,              
 el viento huracanado con dolor se la arrebató.
Sus brazos la recogieron acunando su primer llanto.
Lagrimas en los ojos y risa en sus labios.

 Nuevo sentimiento nunca sentido
 era el primer contacto de una  madre con su hijo.

Marinela